Caminando por Amsterdam

Las casas típicas de los Canales...



Diario de 1989


Sigo caminando por las calles de Amsterdam...ya he dejado atrás el que fue, el refugio de Anne Frank...Me he traido su Diario conmigo,...uno que compré hace poco...en el que leí a Anne Frank por primera vez, reposa en las estanterías de casa. Por lo visto está incompleto. Mi edición es de 1989 y  parece ser que en 1998 se econtraron cinco hojas más, que Oto, había ocultado porque su mujer no quedaba bien parada. El día 8 de Febrero de 1944 en mi antiguo diario no existía, en cambio en este nuevo

Postales que adquirí en
la casa de atras, y mi antiguo Diario

...sí.. La traducción me gusta más la primera que leí, pero bueno...es cuestión de gustos. En holandés dudo mucho que consiga leerla alguna vez en mi vida. Este año cumple setenta años que inicio su diario. 

Me siento cerca del canal que hay frente al antiguo trabajo de Oto Frank. Y me incorporo porque veo...una tienda de café y té, que tiene pinta de antigua...mis ojos parece ser que no me traicionan y que según dicen, está inalterable desde 1817.

¿Pasó Anne Frank por allí? ¿Compró té o café en alguna ocasión?...¿o quizá fue Oto, al salir de trabajo? Tal vez, fue Miep...quien hacía el suministro de té cuando estaban ocultos...



A lo lejos, la antigua tetería
cafetería de 1817



El caso es que pasé por la tienda y...desde luego, no me fui con las manos vacías...

La tienda tenía una mezcla de aromas pero sobresalía notablemente, el rico olor

a café recien molido...

Mis ojos vislumbraron un té negro...y claro...lo compré y escogí el nombre en holandés...no sé, pero pensé que al beberlo, seguramente me transportaría de nuevo al Amsterdam que conocí.

Seguí por mi camino,...que en realidad no era ninguno prescrito,...era el que quise hacer...perseguí canales, puentes y... librerías.

Para los amantes de la literatura inglesa, Amsterdam guarda rincones preciosos, con librerías llenas de abundantes libros en inglés. Hay un Waterstone enorme, en una de las calles de más tránsito (en Kalverstraat, 152),  además de alguna otra librería de segunda mano.

Disfruté mucho visitando alguna de ellas...y digo visitando, porque solo fui de visita. No me llevé absolutamente nada. Eso sí...tomé notas e hice fotos de algunos libros para recordar mejor la sensación que tuve al verlos.

Hay una librería especializada en literatura americana...es enorme y su diseño arquitectónico es curioso...las escaleras y como avanzas por la librería son peculiares...subes sin casi percatarte de ello...es como si mientras vas dejandote llevar por los títulos de los libros, fueras alzandote y cada vez estas más lejos de lo que fue la entrada. En la última planta hay una sala preciosa...toda blanca...con libros grandes de arte y arquitectura.

 

Más tarde visité la que se convirtió en mi preferida. Está cerca de ésta úlitma que cuento, pero...sin tener nada en especial,  y ser más pequeña (aunque con recovecos), guarda una encanto único. Grandes ventanales en el escaparate, muy bien dispuesto, libros de muchos idiomas distintos,...algunos de segunda mano y otros en oferta.

Visite una más de pasada...pero con la puerta en la esquina de entre dos calles...muy original y con una sección de libros antiguos muy suculenta....fue una lástima no poder hacer ya hueco en la maleta...debe ser que he de volver...en fin...

Mi mente ya estaba cansada,...así que una vez terminada la visita oportuna, me fui acompañada del libro de Anne Frank, a descubrir otros rincones de Amsterdam. Llegué al mercado de las flores y allí pareces entrar en otro mundo. Hay más turistas, pero a pesar de la gente que había (porque hacía muy buen tiempo...y llevaban días sin "catar" el sol), disfruté de lo linto paseandome por entre las flores y sus bulbos...Desde luego, en ese ambiente tan agradable, a una le apetece de seguido llevarse varias plantas y montar un jardín.



Quien duerme en el centro...es un Cisne



De ahí, me fui a pasear por los canales y...tenía previsto ver una librería de segunda mano callejera, pero llegué tarde...sin duda, porque Amsterdam merece otra visita en el futuro.

Antes de terminar mis paseos errantes, visité alguna que otra Iglesia. Aquí son peculiares especialmente las católicas, porque se reunian a escondidas en la época de la reforma.

Una de ellas está como en una especie de ático...muy interesante.

Otro de los momentos cumbre, fue sentarme en un banco y vislumbrar los edificios que guardan las grandes obras de Rembrand y de Van Goth. No pude verlos por dentro, pero simplemente observar los edificios por fuera, era maravilloso.

Como curiosidad, decir a quienes aún no la habéis visitado, que en recuerdo de las v´citimas del holocausto hay un tranvía que ya no existe, el número 8.

Abrazada al Dario de Anne, me dirigí a darle un úlitmo adios. El museo está abierto hasta las 22h, y observé que aún había gente esperando para entrar. Me quedé un rato desde el otro lado del canal...mirando una casa escondida, inexistente durante dos años para los habitantes de la ciudad.

Al poco, pasó una niña, que me guiñó un ojo...y pensé, ¿será Anne?

Cogí el último tren a Bruselas, no sin antes abastecerme de un par de sandwiches para el camino.Y así...sin más, me fui..de la calle Prisengracht 267... (no me pidais que lo repita con los ojos cerrados, ni que lo pronuncie en holandés...). Me despedí de la ciudad, pensando en cómo volver...